"Con 30 años se contempla todo desde otra perspectiva"
La intérprete posee de una de las voces más personales y potentes del panorama artístico actual.
Ha cumplido en 2012 los 30 años madurez que ha podido celebrar con el excelente regalo que ha sido el éxito de su disco, Guerra fría el cual, durante muchas semanas, la ha situado en la lista de las artistas más vendidas de España. Malú, poseedora de una de las voces más personales y potentes del panorama artístico actual, viene a Sevilla ilusionada por compartir con sus "paisanos" -pues, aunque madrileña de nacimiento, son muchos los vínculos, personales y familiares, que la unen al Sur- un talento innato que crece día a día.
-¿Qué sensaciones tiene ante esta puesta en escena de la capital hispalense?
-Es diferente. Estamos teniendo una gira maravillosa, con una gran aceptación, pero para Sevilla existe un sentimiento especial por todo lo vivido allí. Yo me subo al escenario con toda la energía del mundo y mi intención es que todo el mundo se vaya a casa con una sonrisa.
-¿No se atreve con el flamenco? Con un padre como Paco de Lucía y un tío como Pepe de Lucía…
-No, no. Eso en casa. De puertas para adentro. Lo respeto tanto y está tan en mis venas que no se me ocurriría…
-¿Qué tal le está sentando el cambio de década?
-¡Uf! Sí… He subido a la "tercera planta" pero, desde ahí, hay mejores vistas. Los 30 te dejan un poco en shock… Llevo desde los quince sin parar y, de repente, piensas… "¿Por qué? ¡Si hace poco tenía diecisiete!". Hay que verlo como es y eso te abre un poco más a lo que, antes, no percibías. Con 30 se contempla todo desde otra perspectiva.
-¿Usted se emociona con los temas que interpreta?
-Depende. En los directos suele haber una o dos canciones que sí te llegan al corazón. Las haces y piensas: "Dios mío de mi vida…". Como tengo un repertorio amplio en ese sentido, siempre hay alguna que te desgarra porque yo me entrego totalmente. Saco lo más profundo de mí e intento ser lo más sincera posible.
-¿Siente, por lo pronto que comenzó, que ha perdido algo en el camino?
-Seguramente. Algunas cosas serán irrecuperables pero también he ganado otras. He aprendido de una forma que me ha llenado de satisfacción con lo que, lo perdido, se me ha cubierto.
-Por eso hemos asistido a la evolución de Malú buscando, por ejemplo, un look propio…
-(Risas) Claro. Como cualquier chica adolescente que trata de cambiar. Hoy día, cuando pongo entrevistas de hace un tiempo, se me coge un pellizquito de mí misma. Al final te vas asentando poco a poco pero es lo normal.
-Nunca ha ido a fiestas, ni ha protagonizado portadas de revistas… ¿Se explica la clave de su éxito?
-La desconozco. Es algo que es complicado. Sí he luchado contra viento y marea y, en todo ese camino, la gente ha seguido creyendo en mí. Eso es esencial. Supongo que la constancia y el ir aprendiendo de todo han sido fundamentales para ir evolucionando bien.
-¿Tiene algún plan, aparte de actuar, para su visita a Sevilla?
-Irme a comer caracoles...
-¿De verdad?
-¡Por supuesto! De hecho estoy pensando si puedo bajar lo antes posible porque, aunque intento estar callada las horas previas a un concierto, sí me gustaría hacerme de algunas tarrinitas. ¡Es lo que más me gusta!
-¿Qué sensaciones tiene ante esta puesta en escena de la capital hispalense?
-Es diferente. Estamos teniendo una gira maravillosa, con una gran aceptación, pero para Sevilla existe un sentimiento especial por todo lo vivido allí. Yo me subo al escenario con toda la energía del mundo y mi intención es que todo el mundo se vaya a casa con una sonrisa.
-¿No se atreve con el flamenco? Con un padre como Paco de Lucía y un tío como Pepe de Lucía…
-No, no. Eso en casa. De puertas para adentro. Lo respeto tanto y está tan en mis venas que no se me ocurriría…
-¿Qué tal le está sentando el cambio de década?
-¡Uf! Sí… He subido a la "tercera planta" pero, desde ahí, hay mejores vistas. Los 30 te dejan un poco en shock… Llevo desde los quince sin parar y, de repente, piensas… "¿Por qué? ¡Si hace poco tenía diecisiete!". Hay que verlo como es y eso te abre un poco más a lo que, antes, no percibías. Con 30 se contempla todo desde otra perspectiva.
-¿Usted se emociona con los temas que interpreta?
-Depende. En los directos suele haber una o dos canciones que sí te llegan al corazón. Las haces y piensas: "Dios mío de mi vida…". Como tengo un repertorio amplio en ese sentido, siempre hay alguna que te desgarra porque yo me entrego totalmente. Saco lo más profundo de mí e intento ser lo más sincera posible.
-¿Siente, por lo pronto que comenzó, que ha perdido algo en el camino?
-Seguramente. Algunas cosas serán irrecuperables pero también he ganado otras. He aprendido de una forma que me ha llenado de satisfacción con lo que, lo perdido, se me ha cubierto.
-Por eso hemos asistido a la evolución de Malú buscando, por ejemplo, un look propio…
-(Risas) Claro. Como cualquier chica adolescente que trata de cambiar. Hoy día, cuando pongo entrevistas de hace un tiempo, se me coge un pellizquito de mí misma. Al final te vas asentando poco a poco pero es lo normal.
-Nunca ha ido a fiestas, ni ha protagonizado portadas de revistas… ¿Se explica la clave de su éxito?
-La desconozco. Es algo que es complicado. Sí he luchado contra viento y marea y, en todo ese camino, la gente ha seguido creyendo en mí. Eso es esencial. Supongo que la constancia y el ir aprendiendo de todo han sido fundamentales para ir evolucionando bien.
-¿Tiene algún plan, aparte de actuar, para su visita a Sevilla?
-Irme a comer caracoles...
-¿De verdad?
-¡Por supuesto! De hecho estoy pensando si puedo bajar lo antes posible porque, aunque intento estar callada las horas previas a un concierto, sí me gustaría hacerme de algunas tarrinitas. ¡Es lo que más me gusta!
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